miércoles, 28 de septiembre de 2011

mensaje en una botella (parte8)



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La curiosidad me puede, de vuelta al refugio, no puedo evitar acercarme al pueblo. No hay ninguna novedad aparente desde la última vez que pase por sus calles. Sin embargo, oigo algo.

El corazón se revoluciona, la respiración acelera y la mente debate constantemente si salir corriendo o averiguar de donde procede, entre la curiosidad y el miedo. Con un par de pasos más, soy capaz de distinguir claramente la voz de unos niños pequeños.

Sus risas y carcajadas me guían hasta el centro del pueblo, en la plaza de donde brotan todas las calles. Soy incapaz de asomarme a la esquina, me quedo arrapado a la pared, sintiendo cada piedra en mi espalda, escuchando la voz de esos niños jugando sin un ápice de maldad y con la sensación de haber vuelto al pasado.

Aún tembloroso por el atrevimiento de haberme adentrado tanto en el pueblo decido volver, alguien podría haberme visto y dar la voz de alarma, al fin y al cabo mi aspecto desaliñado, mis manos sucias y mi ropa rota no suelen inspirar mucha confianza.

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